"Raíces de La Zarza: Historia, Minería y Comunidad según Francisco Manuel Núñez"

Francisco Manuel Núñez Díaz, historiador graduado por la Universidad de Huelva, ha sido reconocido con varios premios, como el Premio al Mejor Expediente de Grado en Historia y el Premio "Diego Díaz Hierro de Investigación" 2022 por su obra “Un modelo temprano de colonialismo minero: La Zarza, siglos XIX-XX. Explotación, poblamiento y vida obrera”.

Este libro, editado por el Ayuntamiento de Huelva, analiza cómo las empresas extranjeras comenzaron a explotar los recursos de La Zarza, afectando profundamente a la vida de sus habitantes y trabajadores.

A continuación, hablamos con Francisco Manuel sobre sus raíces, su  investigación y el impacto de la minería en la región.



Francisco Manuel, muchas gracias por concedernos esta entrevista. Para empezar, ¿puedes contarnos un poco sobre tus raíces y tu vínculo con La Zarza-Perrunal?

Muchas gracias a ti, José María, por considerar que mi investigación merece el reconocimiento de este blog de la Asociación de Vecinos Barrio Modelo. Respecto a mis raíces, vivo en La Zarza desde que nací; aquí me he criado y aquí vive mi familia... y aquí me gustaría seguir viviendo si las circunstancias laborales futuras me lo permiten. Y por supuesto, soy descendiente de mineros, de varias generaciones además. Mi abuelo materno hizo casi toda su vida laboral en la mina de La Zarza, en La Algaida, donde se jubiló, y mi abuelo paterno trabajó en la mina de La Torerera.

En tu libro hablas sobre el inicio y desarrollo de la mina de La Zarza desde mediados del siglo XIX hasta 1930. ¿Qué te motivó a escribir sobre este tema?

Desde pequeño siempre me ha gustado mucho la Historia, y siempre he preguntado mucho por temas históricos, por las cosas más diversas que puedas imaginar, y eso te lleva a preguntarte por lo más cercano, que es donde uno vive, por el pueblo. Siempre he preguntado mucho por la historia de La Zarza a familiares y conocidos, y sobre todo por los edificios y trabajos mineros que rodean al pueblo. Más adelante, ya con formación universitaria en Historia, y aprovechando que tenía que hacer un Trabajo de Fin de Máster, me dediqué a investigar la historia de La Zarza en profundidad.

Si tuvieras que destacar un solo aspecto que los lectores deberían recordar tras leer tu libro, ¿cuál sería?

Esta pregunta es difícil de responder, José María. En el libro se tratan muchas cuestiones, y muy diferentes, pero, a pesar de todo, imbricadas de alguna manera. La vida en los pueblos mineros constituía un cosmos particular y complejo donde casi todos los aspectos estaban interrelacionados.

Dicho esto, más que con aspectos concretos, destacaría las tendencias, dos tendencias en particular. Por un lado, la tendencia económica e industrial, de evolución de la explotación minera propiamente dicha, donde La Zarza pasa de ser una explotación pequeña, periférica respecto a Tharsis en los albores del proyecto de Ernesto Deligny en las décadas de 1850, 1860 y 1870, a una explotación plenamente consolidada a finales del siglo XIX y a un puntal de la compañía minera a principios del siglo XX, con producciones que llegaron a superar a algunos de los filones de Tharsis.

La otra gran tendencia es la más social. Se fue formando una comunidad diversa y compleja, inicialmente marcada por la diversidad de procedencias de quienes acudían a trabajar a la mina. Aquellas gentes, poco a poco, fueron constituyendo una comunidad cada vez más identificada con la explotación minera y, sobre todo, con el poblado, situación que se fue afianzando conforme nacían nuevas generaciones de zarceños.

En el libro mencionas el concepto de "colonialismo minero". ¿Podrías explicarnos de manera sencilla qué significa este término y cómo se aplicó en La Zarza durante los siglos XIX y XX?

Es algo complejo de definir. El colonialismo es  un concepto poliédrico con varias dimensiones. Para empezar, y quizás la dimensión más importante, es un colonialismo económico. Durante el periodo analizado en mi libro el sistema productivo se basó primero en la exportación de cobre ya procesado y de pequeñas cantidades de mineral de alta ley para, luego de entrar en funcionamiento el ferrocarril, exportar cantidades mayores de mineral. Pero no se creó una industria subsidiaria en relación a la explotación minera, ni se incorporaba al mineral un valor añadido. Esto se  hacía en Gran Bretaña y en otros puntos del extranjero donde se ubicaban las industrias de transformación del mineral onubense. En la época analizada la minería no fue un factor de industrialización fuerte. En lo económico e industrial se creó un modelo de exportación de minerales sin apenas valor añadido donde la mayor repercusión local era el empleo, directo e indirecto, que generaba la mina, es decir, los salarios de los trabajadores.

La dimensión económica e industrial es en mi opinión la más importante, la razón de ser de la mina. Pero a partir de ella se derivan otras dimensiones. El control social es una de ellas. El obrero minero y su familia estaban controlados por la empresa, no olvidemos que las viviendas que ocupaban  eran de la compañía. El pueblo en sí mismo es un instrumento de control. Por eso la empresa nunca se desprendió de su propiedad salvo cuando se acercaba el fin de la explotación. Incluso hay un pequeño círculo económico que beneficiaba a la empresa, pues parte de los jornales que los obreros ganaban volvían a la compañía minera a través del pago del alquiler de la vivienda, que no era gratuita en el periodo estudiado, o a través del economato cuando este quedó bajo control de la empresa. Incluso el asociacionismo obrero, en casi todas sus dimensiones, percibió en mayor o menor grado el control de la empresa.  Lo social y cultural, y hasta en cierta medida algunos comportamientos estaban mediatizados por la compañía minera.

Pero en todo este marco, los obreros y sus familias disfrutaban de algunas cosas que para la época que tratamos eran difíciles de encontrar en pueblos vecinos. Comenzando por la educación. Desde la empresa se incentivaba la educación de los hijos de los obreros, con un cierto trasfondo de interés por parte de la empresa, porque esta necesitaba oficiales variados y trabajadores administrativos, pero era educación al fin y al cabo, y de cierta calidad. Los obreros disponían de huertos casi gratuitos en terrenos de la empresa y disfrutaban de algunos festejos, cultura y deportes con ayuda de la compañía. Pero con todo esto la empresa también conseguía que el obrero estuviera distraído y ocupado después de su trabajo diario y no se ocuparan en otras actividades no beneficiosas para la empresa.

Como se puede ver, es una situación de claroscuros, con aspectos positivos y otros no tanto. El minero tenía un trabajo muy duro, la empresa le proporcionaba algunos servicios que en otros pueblos no existían o eran precarios y escasos, pero a cambio quedaba sometido a un control que iba más allá del tajo en la mina, penetraba directamente a su vida en comunidad e incluso familiar. Quizás en los pueblos del entorno esta situación era diferente, o, al menos, el control que el patrón ejercía sobre el trabajador no penetraba a su vida fuera del trabajo o la hacía de forma más tenue.

En cualquier caso, no podemos hablar de colonia. La Zarza nunca fue una colonia. Nunca dejaron de regir las leyes españolas y nunca hubo una soberanía que no fuera la española.

¿Cuáles fueron las principales fuentes que utilizaste para la investigación? ¿Algún hallazgo te sorprendió especialmente?

Como en cualquier investigación histórica, he combinado diversas fuentes: documentación histórica de archivo (Archivos de Tharsis, Calañas, Histórico Provincial, etc.), bibliografía de autores de la época (Gonzalo y Tarín por ejemplo), bibliografía actual, prensa histórica, cartografía histórica, etc.

Con respecto a la segunda pregunta, me sorprendieron muchas cosas durante mi investigación. Por citar un par de cosas. Una fecha desconocida: 5 de abril de 1853, cuando quedaron registradas las minas por parte de la compañía de Ernesto Deligny. Es la fecha fundacional de nuestro pueblo en época contemporánea, sin menospreciar por supuesto toda la historia anterior que tenemos, como el periodo romano. Y un personaje desconocido: Miguel Sánchez-Dalp Guzmán, primer director de la mina de La Zarza bajo la supervisión de Ernesto Deligny.

Pero, como antes he dicho, lo más interesante son las grandes tendencias.

¿Qué dificultades encontraste al investigar un tema que cubre un periodo tan largo como los siglos XIX y XX?

Las principales dificultades fueron la falta de información para cubrir algunos periodos, quedando todavía algunas lagunas temporales o sobre algunos aspectos o personajes que no he podido resolver. También tuve dificultades para contrastar informaciones existentes por falta de otra documentación. En otros casos por el contrario, sí existe documentación de procedencia diferente sobre una misma cuestión, como ocurrió, por ejemplo, con el hospital de la mina. Las descripciones que de él hacían los documentos con información transmitida por la empresa y la recogida por la prensa obrera de la época eran sumamente diferentes. Esto no ocurría para otros ámbitos y es algo muy enriquecedor al poder tener diferentes descripciones y opiniones de algo que ya no existe. Es como una forma de reconstruir, en parte, algo del pasado.

La escasez de cartografía histórica fue otro problema grande. Por citar algún ejemplo de esto, aunque existe algún material, poco detallado y no coetáneo además, fue tremendamente complicado conocer cómo era la zona donde se asienta La Zarza en los momentos previos a la llegada de Ernesto Deligny en 1853. Nada pude encontrar sobre el primer poblado francés; los planos que existen son de época británica, y estos, después de llegar, demolieron casi todo el poblado francés.

Uno de los puntos centrales de tu obra es la vida obrera. ¿Cómo era el día a día de los trabajadores en La Zarza y qué impacto tuvo la minería en sus condiciones de vida y sus derechos laborales?

Era una vida dura. El trabajo en la mina era complicado y peligroso, en unos tajos más que en otros, como ocurría en la contramina. A la jornada de trabajo, bastante penosa como uno se puede imaginar, hay que añadir las deficiencias para una correcta higiene por la ausencia de agua corriente y el epílogo laboral diario que para muchos obreros suponía el cultivo del huerto, imprescindible para complementar la economía y la alimentación familiar, lo que suponía alargar la jornada del minero un poco más. Con ello el obrero permanecía ocupado durante prácticamente todo el día, evitando actitudes contrarias a los intereses de la compañía minera. Si bien casi todos sus días estaban presididos por el peligroso trabajo, el obrero minero zarceño no carecía del todo de algunas distracciones, que le ayudaban a soportar la monotonía del trabajo en la mina. Algunas de ellas eran impulsadas por la propia empresa, como ocurría con la práctica de deportes como el fútbol o la cultura a través de la banda de música. La ayuda para la celebración de algunos festejos o la construcción del cine-teatro ejemplifican la colaboración de la empresa en la creación de esa esfera cultural y recreativa que permitía al minero escapar del trabajo, aunque fuera de manera momentánea. Es evidente que la empresa también hallaba un interés en todo esto, pudiendo controlar al obrero cuando estaba fuera de la mina. Este es otro de los aspectos de la vida en el poblado minero, el control de la empresa. Y otro aspecto es el hacinamiento en las viviendas, pequeñas y sin comodidades, que las mujeres de los mineros se esforzaban por limpiar y embellecer.

En cualquier caso, para hablar en profundidad de la vida cotidiana del minero necesitaríamos un análisis mayor, difícil de abordar aquí, aunque creo que el lector puede hacerse una idea de la vida del minero en La Zarza a finales del siglo XIX y principios del XX.

Francisco Manuel, estamos muy interesados en conocer más sobre el papel de la mujer en la comunidad minera y sobre otros temas relacionados con los derechos laborales y las luchas obreras. Pero si te parece, lo abordaremos en la segunda parte de esta entrevista.

Muchísimas gracias por dedicarnos tu tiempo. Nos vemos la próxima semana

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